Un propósito que merezca la pena
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Me gusta la frase de Séneca “Si uno no sabe a que puerto se dirige cualquier viento es un buen viento”. Hay cuatro cosas por las que me levanto cada mañana y que me importan más en mi vida: mi trabajo (desarrollo profesional), mi familia, mis amigos (la gente que quiero) y la parte espiritual de la vida.
Es importante conocerse a uno mismo y a los demás. Esto no quiere decir que haya buenos o malos. Si todos fuéramos iguales sería aburridísimo. Se podría decir que en mi caso concentro más la energía en el lado izquierdo de la cabeza, es decir, soy una persona metódica que tiene que ver con lo lógico, lo analítico y lo secuencial. Intento poner esta cabeza “ordenada y sistemática” al servicio de los demás con arrojo y audacia. Necesito estar conmigo mismo en algunos momentos del día para captar esta energía. Al mismo tiempo, no me considero que sea introvertido porque cuando estoy con más personas me gusta dar buen ambiente e intento ver lo bueno que cada uno tiene, siendo consciente de que no todos piensan como yo.
Trabajo
Estas son mis reflexiones sobre la relación entre el significado del trabajo y la plenitud personal, trabajar a conciencia, unidad de vida en la profesión y por qué trabajar es esencial en el S.XXI pero no puede ser nunca nuestro fin último:
El trabajo es salud y escuela de virtudes. Un trabajo me tiene que llenar, pero busco un buen ambiente, que me haga crecer, aportar, mejorar y mejorarnos entre todos, que queramos llegar al trabajo y que queramos irnos a casa… eso es un trabajo 10. Y si me pagan bien, mejor que mejor. ¿Aburguesarme profesionalmente? ¡No! Yo creo en apuntar muy alto. Como rasgos importantes en este aspecto: la puntualidad, el no poner excusas, la intensidad y saber ceder.
He conocido en la industria en la que trabajo muchas personas cracks y he compartido comidas y, a veces, me decepciono cuando veo que están tan concentradas en su mundo que son personas casi disfuncionales socialmente, incapaces de empatía. Creo que hemos perdido la parte humana y eso me da pena. Corremos el peligro de que la idolatría del conocimiento o de los “éxitos” profesionales nos llenen de soberbia. Ya digo, gente sumamente brillante y despierta pero que a veces parece amargada o sola.
Creo firmemente en no tener vidas paralelas y máscaras en el trabajo. Hay que ser como uno es. No se puede negar que vivimos en una época inmejorable para trabajar en lo que nos apasiona y, pese a esto, me encuentro mucha gente que siente vacío existencial y soledad. ¿Por qué creo que la pregunta no es qué hago para ser feliz sino cómo le doy sentido a esta vida?
Todo tiene que estar en su lugar. Ordenado. Sabemos la importancia que tiene el trabajo pero hay que ponerlo en su sitio, hay cosas más importantes como la familia. Las hostilidades que pasamos en el trabajo nunca nos pueden eximir ni ser excusa para que no seamos caritativos. A mí me ayuda mucho querer a los demás como son, a los que no piensan como yo. Veo lo bueno que cada uno tiene. Si nos esforzamos por vivir las virtudes humanas en el trabajo (no criticar, ser optmista, sociable, confianza, etc) será mucho más llevadero. Tengo que mejorar en algo que los demás creo que piensan a veces: soy demasiado categórico al expresar la propia opinión, y puedo dar la apariencia de que pienso que los propios planteamientos son los definitivos, o no me intereso activamente por lo que dicen los demás, y estos son modos de actuar que pueden encerrar en uno mismo. En ocasiones, estos comportamientos manifiestan una incapacidad para distinguir lo opinable de lo que no lo es, y me doy cuenta, pero tengo dificultad para relativizar temas en los que las soluciones no son necesariamente únicas.
El trabajo tiene que ser un lugar donde somos dignificados, tiene que expresar y manifestar esa dignidad humana y acrecentarla. Vale, conoces la ciencia y técnica de tu profesión, pero ¿tienes hábitos que te disponen a aplicar correctamente esa técnica? Es muy importante crear espacios de trabajo con confort para soportar la presión. Se deberían tener gestos gratuitos. Ser naturales y nobles con lo que pensamos, no traicionar la propia identidad, pero tampoco ser soberbios, no mirar a la gente por encima del hombro. El trabajo es el lugar donde más horas de nuestra vida vamos a pasar. La plenitud no es que todo sea perfecto, tranquilo y lleno de felicidad, no, no… Es cómo yo veo que tengo que servir a los demás, contribuir al desarrollo social. No digo que sea fácil, pero a mí me ayuda aceptar siempre como bueno lo que me sucede. El trabajo es MUY importante porque nos dignifica, pero no se puede poner por delante de matrimonio, hijos, familia, los demás…
Familia o la gente que me quiere
En la familia es donde se forjan las costumbres y el carácter. El amor es lo que de verdad nos hace libres y nos hace hacer cosas óptimas. A veces me corrigen en mi familia, pero me lo tomo como algo positivo porque me quieren y me ponen en primer lugar, quieren lo mejor para mí. La corrección es un termómetro de si se está haciendo bien la caridad. Fortalece mucho la unidad de la familia. Creo que tengo que aprender a escuchar más, porque escuchar es caridad. Para esto tengo que estar disponible y tener tiempo para escuchar a la gente porque esto necesita paciencia. Este cariño se manifiesta también en saber preguntar cómo está cada uno o saber qué le interesa a cada uno. Procuro hacer lo que me gustarían que hicieran los demás por mí porque la familia es la mejor dotada para dar ejemplo.
Amigos o mi relación con los demás
Para mí la amistad es benevolencia recíproca dialogada. La clave es el desinterés. Por lo general, estoy bastante disponible para quedar con mis amigos y hablar de lo que le interesa a cada uno. Intento hacer sentir importante al otro. La amistad creo que consiste en disfrutar de todas las cosas humanas. La amistad es exigente y tengo que procurar disculpar, comprender, querer y hacer favores desinteresadamente. Cuando he hecho esto, mis amigos acuden a mí para abrir su corazón. No espero nada a cambio de esta entrega, pero lo veo como normal que sea correspondida. La amistad es darse sin esperar recibir nada a cambio. No es dar lecciones, es más ayudar a descubrir horizontes llenos de belleza.
La parte o desarrollo espiritual
Hay muchos estudios americanos que relacionan la creencia en Dios con que te vaya bien en la vida. Sin entrar al detalle tampoco, pero para mí la fe es un don, un regalo. No es solo creerle a una doctrina, es creerle a una persona. Claro que hay cosas gratis en esta vida. Claro, exige una respuesta porque es un encuentro pero la fe comprometida de verdad cambia y transforma la vida. No basta con conocerla y amarla, hay que vivirla con obras concretas. Algo muy práctico que hago es compartirla porque si no se comparte se pierde.
Ya es bastante amargura despertarse a las seis de la mañana como para no vivir a fondo este cuadrante que para mí es la felicidad. Cuando compartes alegría, recibes alegría. La verdadera felicidad está en darse a los demás. Lo que llena realmente el corazón es el amor. Para mí la felicidad consiste en hacer lo que debo hacer y encontrar gozo en ello. Esto es un gran reto, pero no es tanto luchar por lo perfecto, sino por lo enamorado. Intentaré vivir el equilibrio para volar lejos hacia la felicidad.